martes, 31 de marzo de 2009

OBSERVATORIO DE MARZO

Es un mes de renacimiento de la vida después de los fríos meses anteriores. Los días se alargan y las luces empatan con las sombras, de ahí que la noche sea igual que el día (equinoccio).
Y las aves migradoras ya van cruzando más notoriamente nuestros campos. Se ven las primeras golondrinas comunes volando por las calles de Grajera mientras las tórtolas turcas cantan ya emparejadas. En el tejado de casa un colirrojo tizón madruga y canta a diario desde las cinco. En los campos se dejan oir los cantos territoriales de tarabillas comunes, trigueros, perdices, cogujadas comunes, alondras, calandrias y pardillos. En el soto del arroyo Seco alegran nuestros oídos chochines, carboneros comunes, pinzones vulgares, agateadores comunes y petirrojos. Incluso el tamborileo del pico picapinos despierta nuestros sentidos en las frescas mañanas.
Ya se ve también el primer milano negro y la abubilla canta en La Dehesilla. En paso, ciclea la cigüeña negra tomando altura y los bisbitas comunes se resisten a abandonar los campos.
Es tiempo de afinar el oído y observar alrededor.

Las lagartijas salen buscando el sol y alguna cae en nuestras manos para su identificación antes de dejarla de nuevo tranquila. Se trata de uan hembra de lagartija ibérica (Podarcis hispanica).

Los campos de cereales verdean brillantes creando alfombras de hojas emergentes. La sauceda, fiel al arroyo, despliega sus flores erectas atrayendo a los primeros insectos. En el piso superior, los chopos saludan con sus amentos verdeando las copas. Por la comarca, decenas de almendros se visten de flores para las abejas, abejorros y algunas mariposas. Sin embargo, en los prados y eriales todavía las flores son invisibles, como mucho, las pequeñas margaritas van asomando sus capítulos y también los dientes de león.
Pero marzo es mes revuelto y variable, con días soleados de manga corta y otros de ventisca y abrigo, como hemos podido comprobar este año. Por otro lado, en los cielos nocturnos nos despedimos de Júpiter, que nos acompañó durante varios meses regalándonos su contemplación. Orión nos sirve de referencia para encontrar a Géminis y a Tauro, en estas fechas tan brillantes.
Los cielos de Grajera son agradecidos.

lunes, 23 de marzo de 2009

ENTRANDO LA PRIMAVERA

Los campos de Grajera empiezan a despertar. Otra vez, al igual que en febrero, volvemos a tener unos preciosos días anticiclónicos y las altas presiones invitan a pasear bajo los cálidos rayos del sol.



Comienzo mi itinerario matutino partiendo desde las eras del pueblo y tomando el cordel de ganados hacia la carretera de Maderuelo. Campos de cereal que ya asoman sus verdes intensos. Me sobrevuelan al gunas golondrinas comunes y una abubilla, aves recién llegadas de sus cuarteles de invernada africanos. Los trigueros emiten su canto machacón desde los rosales y un poco más lejos descubro un alcaudón real meridional con su figura compacta y su pico de halcón.
Cruzo el puente del arroyo Seco y continúo el cordel que va subiendo hacia el robledal. Ahora son las calandrias y las alondras las que cantan sobre algún terrón pero también desde el cielo. Cogujadas comunes y pardillos se dejan ver mientras me voy despojando de abrigo.



Al llegar al monte de roble melojo y jara estepa lo bordeo por la derecha hasta encontrarme con la carretera de Sequera de Fresno. Desde aquí tomo algunas fotos de Grajera entre las ramas dormidas de los árboles. Ahora son las numerosas totovías y los pinzones vulgares los que toman el relevo a la música campestre. También se atreve algún que otro petirrojo a levantar la voz hasta que la rápida huida entre la hojarasca de un ofidio que tomaba el sol nos llama la atención. Varias vaguadas algo profundas excavadas entre cantos y arcillas nos enseñan la importancia del arbolado para evitar la erosión.



Me sale al paso el camino que viene de Grajera hacia la cañada real Soriana y tiro hacia la derecha para completar el recorrido circular. Anoto en mi cuaderno de campo corneja negra, perdiz, paloma torcaz y un ratonero que echa a volar. Un poco más adelante ya se ve el soto del arroyo Seco.

Flores a la vista: los sauces ya han abierto sus flores que visten de blanco la ribera. Más arriba ya asoman las de los chopos que lanzan sus amentos al viento. Son las primeras. Alegran el momento los cantos de chochines, ruiseñores bastardos, agateadores comunes y pinzones.
La primavera ha llegado.









Paso por el manantial y me acerco a la torreta del transformador que da electricidad al motor de bombeo. Me lo temía: los restos de otro ratonero electrocutado. Un punto negro para las aves que hay que erradicar con urgencia.
Mientras pienso en la problemática de los tendidos eléctricos, levanto la mirada hacia el cielo y me maravillo al contemplar una cigüeña negra cicleando. Es época de paso para muchas aves que ya se van desplazando a sus territorios de cría más norteños.


Llego a Grajera subiendo por el carril del cementerio donde los habituales gorriones chillones me saludan al pasar. Una mañana hermosa en un paraje extraordinario. Grajera natural.