martes, 30 de junio de 2009

OBSERVATORIO DE JUNIO

En este mes los días han ido creciendo hasta la noche de San Juan, tradicional velada que anuncia la llegada del verano. Las temperaturas han subido considerablemente, y las tormentas que habitualmente caen en estas fechas, este año casi no han existido. No hemos podido sentir la magia de los rayos, relámpagos y truenos . Tampoco ha llovido.




Los campos de cereal de Grajera, amarillentos y secos, no han dado para más. Alguna corza solitaria asoma la cabeza entre las espigas. Varias especies de cardos, achicoria, cardillos, gordolobos, y correhuelas adornan con sus flores cunetas y baldíos.

Achicoria (Cichorium intybus) Correhuela (Convolvulus sp.) Gordolobo (Verbascum sp.)

Las aves siguen con sus nidadas. Los adultos se afanan por aprovechar todos los recursos alimenticios del territorio. Los prolíficos estorninos negros sacan adelante su segunda puesta en el nido que han hecho en un hueco de la casa de al lado. El cielo es batido a diferentes niveles por vencejos, aviones y golondrinas, por la noche sustituídos por los murciélagos. En el erial una cogujada común canta desde el cielo vigilando su territorio.

Gorrión chillón joven (Petronia petronia)

Sobre las casas de El Palomar un milano real huye con una presa en las garras perseguido por dos ratoneros. Los jóvenes gorriones chillones no paran de piar en los tejados pidiendo su comida. Los observan colirrojos tizones, cuyas crías, bastantes confiadas y descaradas, se pasean por el jardín.


En el robledal, cargado de hojas nuevas, cantan los escribanos hortelanos y me dan una enorme alegría pues aún no los tenía registrados en la zona. Un críalo, pariente del cuco, cruza la carretera cerca de Boceguillas. En la chopera los cantos de las aves se diluyen con los territorios ya fijados y los nidos ocupados, pero se siguen oyendo mosquiteros papialbos, verderones y
chochines.


En las junqueras generosas del arroyo Seco (o de la Rotura), las lavanderas boyeras, de colores amarillos y verdes, sacan adelante a su prole. Recién llegado, en la arboleda, el alcotán va estableciendo su residencia después de varios meses de vida africana.

Alcotán (Falco subbuteo) (c) Jorge Remacha

Son días que cunden para hacer paseos largos a pie, en bicicleta o también a caballo. Hay que aprovechar y salir de casa, disfrutar del campo, aprender de la Naturaleza. Todo ésto y más te lo ofrecemos desde Grajera Natural, en un entorno segoviano lleno de contrastes. Te esperamos.


jueves, 25 de junio de 2009

ANILLAMIENTO DE AVES

Uno de los aspectos más interesantes para los estudiosos de las aves es el de la migración. Cada año millones de aves se desplazan desde sus lugares de cría o nacimiento hasta los llamados cuarteles de invernada en busca de una condiciones aptas para su supervivencia.
El fenómeno migratorio ha asombrado a las gentes de los pueblos y campos desde la antigüedad. En tiempos de Aristóteles creían que las golondrinas, pasado el verano, se metían en el barro hasta la primavera siguiente. Otra historia contaba que el cuco se transformaba en gavilán.


Se estima que unas cinco mil millones de aves de 200 especies vuelan desde el continente europeo hasta África tropical y meridional, atravesando el desierto del Sahara, donde pasarán el invierno (migrantes transaharianos). Es el caso de golondrinas, cigüeñas, cucos, abubillas, currucas, ruiseñores... Otras especies realizan una migración más corta desde el norte de Europa hasta los países mediterráneos. Son los invernantes mediterráneos: petirrojos, zorzales, lúganos, pinzones, muchas anátidas.... En la primavera siguiente volverán a sus zonas de nidificación para iniciar una nueva temporada de cría.


Para estudiar la migración de las aves y otros muchos aspectos de su biología, se han utilizado diferentes metodologías, pero es el anillamiento científico el que más datos aporta. Se trata de colocar en la pata del ave una anilla metálica con una numeración y un remite nacional único que permite individualizar al animal y conocer el lugar y la fecha donde fue anillado y en su caso recuperado o controlado. Gracias a esta técnica se han ido conociendo las rutas migratorias de las diferentes especies, cúanto tardan en sus desplazamientos, su longevidad, metabolismo, etc.

Para capturar las aves, se utilizan unas redes especiales de hilo fino de nylon que sólamente pueden ser usadas por los anilladores autorizados que cuentan con permisos de las distintas comunidades autónomas. Después se identifica al ave con ayuda de libros y guías de campo y se le coloca la anilla numerada. Se toma la medida de la longitud del ala y de la tercera primaria (plumas de vuelo), se le mide el tarso de la pata y finalmente, después de pesarla, se libera. Estas operaciones no suponen para el ave, prácticamente, ningún riesgo y entre la captura y la liberación no transcurre mucho tiempo.




En España se han superado ya los seis millones de anillamientos en medio siglo de actividad de la Sociedad Española de Ornitología, entidad que ha desarrollado la mayor parte de los marcajes. Cada año 600 anilladores del Centro de Migración de la SEO anillan más de 350.000 aves obteniéndose más de 10.000 recuperaciones que han permitido que las aves sean el grupo de animales mejor conocido.


Cerca de Grajera, colaboramos con nuestro amigo y ornitólogo Jorge Remacha, quien lleva doce años anillando aves dentro del programa PASER (Plan de Anillamiento Para el Seguimiento de Especies Reproductoras), siendo la única estación de anillamiento del Nordeste de Segovia. En estos años ha realizado más de 3.500 anillamientos o controles obteniendo algunos interesantes datos. Es el caso de un pequeño pájaro de 8 gramos que fue anillado y después recuperado, pasados siete años, en la misma zona. Se trata de un ejemplar de Mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli) que ha viajado a África y regresado cada año, atravesando en este tiempo 14 veces el desierto del Sáhara. Eso es viajar.