Llegamos al mes de los cambios de paisaje. Los campos verdean ya con mayor intensidad, con muchas ganas de vivir y el ambiente se vuelve más agradable. Varios aviones comunes recién llegados revolotean por los aleros del ayuntamiento de Grajera en busca de una nueva oportunidad para construir allí sus nidos. Los asfodelos o gamones, empujan con fuerza sus hojas cubriendo los eriales por encima de La Dehesilla, donde despiertan también las nuevas violetas. En el cielo la primera aguililla calzada de la temporada levanta su vuelo por el pinar; en el suelo son las hormigas las que hacen sus cráteres sacando del agujero uno a uno cada grano de arena del tapado hormiguero.
Estamos en abril y detectamos el primer canto de cuco, aves llegadas de África y que buscarán los nidos de otras aves para parasitarlas. Cantan verderones comunes, petirrojos, verdecillos, pardillos, pinzones vulgares y zorzales charlos. Se ven las primeras collalbas grises y mosquiteros papialbos y también van pasando las lavanderas boyeras. En las primeros días los rosales silvestres ya van echando sus hojillas, pero el majuelo o espino albar tendrá que esperar hasta mediados de mes para asomar las suyas. En el soto ya cantan bisbitas arbóreos, chochines y escribanos soteños. Pero también podemos escuchar a los ruiseñores comunes, cuyos cantos potentes y penetrantes se captan a mucha distancia. Un colirrojo real pasajero nos saluda en la arboleda. Tiempo de paso.
La charca de las cigüeñas, situada en un ramal de la cañada real soriana, está llena de agua y en sus aguas tranquilas crecen los ranunculos y enseñan sus blancas flores. Durante todo el mes los chopos del soto van echando tímidamente sus hojas. Les cuesta mucho. La meseta es muy dura y cualquier noche viene con heladas. Pero también lluvias. Y hasta un día nos levantamos de nuevo con nieve en los campos y en las montañas.
Es tiempo de cambios.