martes, 27 de enero de 2009

OBSERVATORIO DE ENERO

Comieza el año con frío, niebla y nieve. Como tiene que ser un invierno. Ahora los campos permanecen en reposo esperando mejores días. Sin embargo, a poco que nos fijemos encontrarmos señales de vida a nuestro alrededor.
El arroyo Seco, que viene de la norteña sierra de Pradales, después de cruzar la N-I por Fresno de la Fuente mirando hacia el rio Riaza, se lo piensa mejor haciendo un arco que abraza Grajera y se dirije al Duratón. Sus aguas, en parte, permanecen heladas y reflejan las desnudas ramas de los chopos ribereños. Sin hojas pero con sus yemas florales vivas y fuertes preparadas para abrirse en cuanto el sol de final del invierno les de su aliento y dejen al viento sus colgantes amentos. Los mirlos (Turdus merula) y los simpáticos petirrojos (Erithacus rubecula) buscan el alimento en estos sotos. Los rosales silvestres y los majuelos ofrecen sus frutos rojos a multitud de animales durante muchas semanas, ahora que los días son muy cortos y el sustento escaso.
En eriales y labrantíos las alondras (Alauda arvensis) invernantes del norte y centro de Europa buscan su alimento junto a trigueros (Emberiza calandra) y cogujadas comunes(Galerida cristata). Grupos de pardillos (Carduelis cannabina) y jilgueros (Carduelis carduelis) revolotean en los llanos en busca de semillas. Los reptiles y anfibios permanecen aletargados aunque basta una mañana soleada para que lagartijas y varios invertebrados salten a la luz. Planean sobre los campos milanos reales (Milvus milvus), muchos procedentes de Francia y Alemania, y en los postes de la carretera de Boceguillas es fácil ver posados a los esquivos ratoneros (Buteo buteo). También los pequeños cernícalos vulgares (Falco tinnunculus), como cometas en el cielo, se ciernen explorando barbechos y terrones.
Y en las limpias y brillantes noches se impone en el cielo el triángulo de invierno formado por las estrellas Betelgeuse de Orión, Procyon de Canis Minor y Sirio, la más brillante de nuestro universo, de la constelación de Canis Major. Podemos abrigarnos y dar un paseo por el camino de Grajera a Pajarejos para situarnos lejos de luces y farolas y sentir la noche de otra manera, arropados por la Vía Láctea. Todo un espectáculo para disfrutar en la negrura.




Triguero (Emberiza calandra) que ya en estas fechas deja oir su monótono canto. Muchos vienen también de otras latitudes y se reúnen para llenar los campos segovianos.

(c) Jorge Remacha.


Trepador Azul (Sitta europaea), ave de los robledales y pinares que logra sobrevivir gracias a las semillas almacenadas en grietas de rocas y troncos. Otros pájaros forestales como pinzones vulgares (Fringilla coelebs), carboneros comunes (Parus major), herrerillos comunes (Parus caeruleus)o mitos (Aegithalos caudatus), se reúnen en bandos, a veces numerosos, durante todo el invierno.
(c) Jorge Remacha






Las eras de Grajera se dejan ver entre nieblas y soledades.
Días fríos y largas noches junto a la chimenea. Tiempo de espera.



Abajo, la picota, vigilante de las cumbres nevadas de Ayllón y Somosierra, y de los robledales de roble melojo que mantienen a corzos y jabalíes. El paisaje en mosaico de la comarca sustenta una gran variedad de habitats: campos labrados, bosques, matorrales, pastos, eriales, setos y sotos, montes y llanos y altas montañas. Una riqueza que hay que disfrutar y conservar.

2 comentarios:

Máster en nubes dijo...

Llego a tu bitácora a través de la de Jesús Dorda y me ha encantado. Vaya fotos y texto, enhorabuena, me pasearé por aquí de vez en cuando, con tu permiso, por supuesto.
Aurora

Fernando Avila dijo...

Bienvenida a los campos segovianos, a los paseos tranquilos con todos los sentidos abiertos, a las ganas de aprender y disfrutar de la Naturaleza.
Gracias por abrir tu ventana de internauta y observar la vida.

Fernando.