Febrero es un mes que me encanta. Sobretodo porque es habitual que se instalen potentes anticiclones sobre la península Ibérica. Amanece la tierra escarchada, con fuertes heladas, pero a medida que transcurre la mañana se templa el ambiente y podemos comer en el campo o jardín en manga corta. Además, las aves invernantes que llevan en nuestros campos y bosques desde noviembre se ponen nerviosas y empiezan a moverse hacia el norte. El pasado 22-2-09 un bando doble de grullas (Grus grus), con 106 aves, sobrevoló Grajera con rumbo NE. cuando el sol se estaba metiendo. Sus gritos característicos nos hizo alzar la mirada y contemplar sus formaciones en V. Posiblemente se dirigirían hacia la laguna de Gallocanta, en el límite de las provincias de Zaragoza y Teruel, aunque harían alguna parada intermedia en algún embalse próximo. En Gallocanta se concentran la mayoría de las grullas invernantes antes de partir para sus lugares de origen.
Grullas en una dehesa extremeña.
Pero en febrero también hemos vuelto a tener nieve y un vendaval que ha arrancado de cuajo algunos chopos grandes del soto del arroyo Seco, entre el puente de la carretera de Sequera y el puente del camino del manantial.
Precisamente el arroyo Seco está menos seco que nunca. La escorrentía de la sierra de Pradales ha hecho crecer mucho sus aguas, dejando cortado para el paseante a pie el camino de Grajera a Pajarejos.
Los frutos de los rosales silvestres y de los espinos albares que han sobrevivido al picoteo de aves y mamíferos, están encogidos y secos. Las yemas de los chopos siguen esperando para brotar y el suelo de hojas y escarchas está dormido aún.
Poco a poco los días empiezan a alargarse, brindando al naturalista más tiempo para observar. Las abejas aprovechan el ambiente cálido del mediodía para salir de sus refugios y darse unos vuelos de reconocimiento en busca de alguna flor temprana aunque aterrice en mi bocadillo de queso atraído por su aroma. La pareja de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) ya ocupa su nido encima del depósito de agua. A veces veo estas cigüeñas o quizás las del nido de Aldeanueva del Campanario apostadas en la planta de residuos sólidos urbanos que hay junto a la carretera de Boceguillas mirando a ver que se pueden echar al pico ahora que los campos están con poco alimento.
Cigüeña blanca en el depósito de agua de Grajera.
Los trigueros (Miliaria calandra) se oyen cantar por los campos de cultivo y es fácil observarlos sobre los rosales dejándose acercar bastante. En el robledal, ya se escuchan los cantos alegres de las totovías (Lullula arborea) y los trinos ametrallantes de los escribanos soteños (Emberiza cirlus). Los bandos de jilgueros (Carduelis carduelis), pinzones (Fringilla coelebs) y pardillos (Carduelis cannabina) tan numerosos en los meses anteriores empiezan a disgregarse. Las tórtolas turcas (Streptopelia decaocto) aunque cantan todos los meses, ahora ya se persiguen y empiezan a marcar territorios. Esta tórtola, extranjera que vino por el norte de la península hace treinta años se ha instalado con éxito en muchos pueblos de España. En Grajera se las puede contar por decenas y son fáciles de ver en la zona de la Hípica. La cogujada común (Galerida cristata) nos regala sus cantos desde el aire y marca su territorio junto a las eras.
Febrero, un mes alegre que nos va despertando del sopor invernal.
Tórtola Turca (Streptopelia decaocto)
1 comentario:
Es verdad que todo se va despertando, y en este año con un tiempo tan típico mediterráneo lo notamos más aún, estos calorcitos después de la nieve y el frío son una bendición.
Ya te comenté que aquí, en las dehesas de Cerceda vi una solitaria grulla. Quizás entre las encinas estaba el resto de la bandada, pero yo iba conduciendo y no estaba para más observaciones. Es la primera que veo en la zona.
Recuerda que tenemos pendiente un paseo para ver avutardas. Marta no se olvida
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