Hablar de primavera es hablar también de campos de cereales verdes mecidos por el viento y campos teñidos por el rojo de las amapolas que alegran la vista. Pero esa imagen impresa en nuestros recuerdos poco a poco se ha ido perdiendo. Estoy seguro que muchos niños no conocerán nunca las amapolas. Estas humildes plantas tienen flores de cuatro pétalos que se abren y nos observan con mirada escarlata y mueren en un día.
Crecen entre los cultivos y las llaman malas hierbas y es por ello que en la agricultura intensiva actual la controlan y combaten con potentes herbicidas, dejándolas marginadas a los bordes de los campos. Sólo en barbechos y en tierras abandonadas consiguen sobreponerse y se coronan como reinas por un día. También consiguen sobrevivir en los campos de veza, leguminosa usada como forraje y en cuyos campos no se usan herbicidas. La amapola se ha usado como planta medicinal en el tratamiento de la tos de niños y ancianos. Forma parte de las cuatro flores pectorales junto con la malva, pie de gato y tusilago. Una tisana caliente preparada con estas flores se utilizaba contra los catarros pulmonares, bronquitis y la tos.
2 comentarios:
Hola Fernando:
Bonitas amapolas y bonitas palabras (como siempre).
Una cuestión: ¿puedes fijarte si, además de las amapolas, echas en falta a los azulejos o acianos (Centaurea cyanus)?. Seguramente florezcan en Grajera en el mes de junio.
Un fuerte abrazo.
Hola Javier:
Ya sabes, en Grajera, a 1.000 m. de altitud, la floración se retrasa y en mayo no he visto las flores azuladas del aciano.
Un abrazo,
Fernando
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