Los vencejos son aves vistas y no vistas. Apenas podemos fijarnos en sus cuerpos cuando pasan por encima de nuestras cabezas como rayos negros chirriantes. Forman bandos numerosos que se persiguen llenando de alegría calles y ciudades. No se posan en los árboles ni en el suelo. Son máquinas voladoras que sólo tocan algo sólido cuando están en el nido bajo una teja o en la grieta de una pared. Y es que realmente no son pájaros (paseriformes) como las golondrinas o los aviones, sino que pertenecen a un orden de aves emparentado con los colibríes americanos. (apodiformes). Sus patas son tan reducidas que apenas son un puñado de dedos con garras. Su nombre científico Apus significa eso: sin patas.
Su vida es el aire: comen, duermen y al parecer copulan también en el aire. Son auténticas barredoras de los cielos, atrapando cientos de insectos en continuas pasadas. Su color negro atrae los rayos del sol y ayuda a calentar sus cuerpos en continua corriente. Su nicho ecológico se encuentra en las alturas, por encima de aviones y golondrinas con los que comparte el plancton aéreo. Aprovechan las corrientes térmicas que elevan muchos insectos hacia arriba donde son capturarados sin dificultad.
Los vencejos comunes (Apus apus) vienen todos los años desde África a finales del mes de abril y permanecen sólamente tres meses antes de regresar a las selvas tropicales donde pasan el invierno. Por eso, a finales de julio van desapareciendo de las calles, plazas y avenidas de nuestros pueblos y ciudades. Coinciden en su partida con las operaciones salida de las vacaciones de agosto y por eso la percepción de las ciudades vacías y calladas se acentúa también por la ausencia de nuestros vecinos los vencejos. En Grajera, sin embargo, no han criado, pero se han visto habitualmente en pequeños grupos alimentandose por encima de la iglesia.
2 comentarios:
No había pensado yo en que el color negro de los vencejos comunes tuviera una utilidad energética. Bien mirado, tiene su lógica ya que vuelan en capas altas donde el aire, aun siendo verano, probablemente sea fresco.
Me gusta el título, y el resto de la entrada.
Un abrazo, Fernando.
Realmente son unas aves muy especiales. En los muros y tejados del Museo anida gran número de parejas y pasan chillando al lado de nuestras ventanas alegrando nuestra jornada laboral. De cuando en cuando aparece en alguno de los patios o en el jardín algunos de los grisáceos volantones que caen al suelo y no hay manera de recuperar.
Una vez vi un vencejo solitario el día del Pilar en la calle de El Rastro, arriba y abajo. No sé la especie, no pude distinguirle ningún carácter especial que me indicase que no fuera Apus apus. Tú que sabes más de fenología quizás me saques de dudas.
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